Medicina general

El médico de cabecera no sólo es responsable de los resfriados.

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A menudo se subestima la medicina general: Mucha gente piensa que el médico de cabecera sólo es responsable de los resfriados, la ronquera y las nimiedades.

Lo que ocurre es lo contrario: el médico de cabecera es idealmente el primer punto de contacto para cualquier tipo de enfermedad, ya sea física o mental. Esto requiere una amplia gama de conocimientos, así como empatía y competencia social, porque la medicina general se centra en la persona en su totalidad.

Se puede comparar con el fútbol:

Están el portero, los defensas, los delanteros, etc. (equivalentes a los “especialistas”) y todos conocen muy bien su campo. El médico de cabecera es el que más se acerca al centrocampista y ve todo el campo de juego de forma global.

Si se necesitan exámenes individuales más específicos, pueden o deben ser remitidos a un especialista. A continuación, el médico de cabecera pone en contexto los diferentes resultados de los exámenes.

Trata tanto las enfermedades agudas como las crónicas, está formado en la prevención de enfermedades y en el apoyo a los pacientes de larga duración, así como en la rehabilitación.

No es raro que familias enteras sean pacientes de un médico de cabecera a lo largo de su vida, con el que, naturalmente, crean una confianza especial. Conocer las estructuras familiares, conocer las ocupaciones de los pacientes, conocer sus aficiones y preferencias, así como sus puntos débiles, permite obtener una imagen completa de la persona en cuestión.

Esto requiere empatía, así como la capacidad de guiar a un paciente y explicarle suficientemente por qué debe seguir qué medidas. En otras palabras, se trata de una comunicación estrecha con el paciente. En este sentido, la medicina general es quizás la más humana.

Un médico generalista aprende algo nuevo cada día, también sobre sus pacientes, y está más cerca del pulso de los tiempos.

Aunque un paciente haya consultado a varios especialistas, suele ser una ventaja que el médico generalista sitúe los diagnósticos correspondientes en el contexto adecuado. Una persona no está formada sólo por sus órganos.

Es necesario tener también en cuenta el estado psicológico del paciente ya que de nada sirve que los exámenes técnicos no den ningún resultado pero el paciente siga sintiéndose mal.

La salud se define no sólo por la ausencia de enfermedad, sino por el bienestar. También en este caso, los médicos de cabecera suelen ser los primeros en sospechar de causas psicosomáticas o en mejorar el estado general del paciente con tratamientos vitaminicos.

Como médico generalista, hay que ser capaz de tratar tanto situaciones agudas como enfermedades crónicas, de acompañar a los pacientes en el posiblemente largo camino hacia la recuperación y de implicar a los familiares cuando la vida de un ser querido está llegando a su fin. Se trata de situaciones interpersonales difíciles que requieren una empatía especial por parte del médico generalista.

Estar al lado de los pacientes y, si es necesario, ser su defensor es otro reto. Dios ha antepuesto el diagnóstico correcto a la terapia adecuada, y a veces se necesita algo de tiempo para encontrarlo. Uno de los grandes retos de la medicina general es no rendirse, sino seguir investigando hasta encontrar realmente la causa del malestar del paciente. Aquí es importante cuestionarse como médico, seguir formándose, también interdisciplinariamente, y buscar consejo si es necesario.

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